En 1997, el mundo del ajedrez y la tecnología vivieron un hito histórico: la máquina superando al hombre. Deep Blue, la supercomputadora de IBM, derrotó a Garry Kasparov en un duelo que marcó el inicio de una nueva era. Pero, ¿qué habría pasado si Kasparov hubiera ganado? ¿Se habría retrasado el auge de la inteligencia artificial en el ajedrez? Este artículo explora las posibles consecuencias de un desenlace diferente.
La supremacía humana en el ajedrez

Si Kasparov hubiera derrotado a Deep Blue en 1997, la narrativa de la superioridad de la inteligencia artificial sobre los humanos se habría debilitado. La percepción pública sobre la capacidad de los ordenadores para jugar al ajedrez podría haber sido más escéptica, retrasando la inversión en sistemas de inteligencia artificial para este juego.
La victoria de Kasparov podría haber reforzado la idea de que la intuición humana sigue siendo superior a la potencia de cálculo bruta. Los jugadores de ajedrez profesionales tal vez habrían tardado más en adoptar los ordenadores como herramientas fundamentales para el entrenamiento, conservando por más tiempo los métodos de estudio tradicionales. Esto podría haber llevado a una evolución más lenta del ajedrez moderno, con menor influencia de los motores informáticos en la preparación de partidas.
La evolución de los motores de ajedrez
Deep Blue era solo el inicio de una revolución en el ajedrez por computadoras. Si Kasparov hubiera ganado, IBM podría no haber seguido desarrollando versiones mejoradas de su programa, lo que habría retrasado el desarrollo de motores de ajedrez avanzados como Stockfish o AlphaZero. La falta de un triunfo mediático para la inteligencia artificial podría haber reducido el interés de la industria tecnológica en continuar perfeccionando estas herramientas.
Sin una derrota icónica en 1997, los avances en inteligencia artificial aplicada al ajedrez podrían haber sido más graduales. Quizá las federaciones de ajedrez habrían tardado más en prohibir el uso de programas informáticos en competiciones, manteniendo el juego más centrado en las capacidades humanas durante más tiempo. La estrategia del ajedrez competitivo podría haber seguido un camino diferente, sin la enorme influencia de las bases de datos y la preparación automatizada que se ha convertido en norma en el siglo XXI.
El impacto en la carrera de Kasparov
La derrota contra Deep Blue afectó psicológicamente a Kasparov, quien sintió que IBM manipuló la situación. Si hubiera ganado, su confianza podría haber permanecido intacta, lo que podría haber alargado su reinado como el mejor ajedrecista del mundo durante varios años más. Quizá habría seguido compitiendo al más alto nivel en torneos clásicos, sin adelantar su retiro en 2005.
Es posible que, con una victoria, Kasparov hubiera seguido desarrollando nuevas estrategias para enfrentarse a la tecnología emergente, en lugar de adoptar una postura crítica hacia la IA. Su legado como jugador podría haber sido aún más impresionante, y quizá nunca habría sentido la necesidad de adentrarse en la política y la escritura con tanta urgencia. Podría haber influido aún más en la formación de nuevas generaciones de ajedrecistas sin la sombra de aquella derrota.
La percepción de la inteligencia artificial

La derrota de Kasparov en 1997 consolidó la idea de que las computadoras eventualmente superarían a los humanos en la toma de decisiones lógicas y el procesamiento de datos. Sin esa derrota, el desarrollo de la inteligencia artificial podría haber avanzado con más cautela y menor interés por parte del público y las grandes corporaciones.
Si Deep Blue hubiera perdido, podría haber surgido la duda de si la IA realmente podría superar al pensamiento humano en otros campos. Es probable que se hubieran retrasado aplicaciones de la IA en ámbitos como la medicina, la economía o la automatización, donde el aprendizaje automático juega un papel clave hoy en día. Incluso podría haber existido una mayor resistencia a integrar la IA en el mundo laboral y la industria tecnológica.
Conclusiones
La derrota de Garry Kasparov contra Deep Blue en 1997 fue un momento clave en la historia del ajedrez y la inteligencia artificial. Si el resultado hubiera sido diferente, la percepción sobre la superioridad de la IA podría haber cambiado, y el desarrollo de los motores de ajedrez y otras tecnologías podría haberse ralentizado. Sin embargo, lo inevitable habría sucedido tarde o temprano: la tecnología seguiría avanzando hasta superar a los humanos en varios campos, incluido el ajedrez.