El 9 de julio de 2006, el mundo del fútbol presenció una de las escenas más impactantes en la historia de los Mundiales: Zinedine Zidane, el capitán de Francia, fue expulsado tras propinar un cabezazo a Marco Materazzi en la prórroga de la final ante Italia. Este incidente marcó el desenlace del partido, que finalmente ganó Italia en la tanda de penales. Pero, ¿Qué habría sucedido si Zidane no hubiera perdido la calma? ¿Podría haber cambiado el destino de Francia en aquella final?

Un desenlace diferente en la final

Si Zidane no hubiera sido expulsado, Francia podría haber tenido más opciones de ganar el Mundial. Con su experiencia y liderazgo en el campo, los franceses podrían haber gestionado mejor los minutos finales de la prórroga y llegado a los penales con una moral más alta.

Además, Zidane era un especialista en penales. Ya había marcado uno en el partido con una magistral «Panenka» y su presencia en la tanda de penales habría sido clave. La ausencia de su mejor jugador debilitó psicológicamente a Francia y dio a Italia una ventaja anímica que se reflejó en la definición desde los once metros.

El impacto en su legado

Zidane ya era considerado una leyenda del fútbol, pero su expulsión en la final empañó su despedida del deporte. Sin el cabezazo a Materazzi, su carrera habría terminado de una manera más gloriosa, con la posibilidad de levantar su segundo Mundial.

En cambio, su imagen quedó marcada por aquel acto de frustración. Aunque su legado no se vio destruido, el incidente se convirtió en un episodio icónico que acompaña su brillante trayectoria. De haber evitado la expulsión, su despedida del fútbol podría haber sido recordada solo por su genialidad dentro del campo.

Italia y la narrativa del título

Si Zidane no hubiera sido expulsado, Italia podría no haber logrado su cuarta estrella mundialista. El cabezazo generó un cambio en la dinámica del partido, fortaleciendo la moral de los italianos y permitiéndoles imponerse en los penales.

Sin ese impulso anímico, Francia podría haber aprovechado la situación y haber sido campeona del mundo. Italia, por su parte, habría perdido una de sus historias más emblemáticas en los mundiales y su selección habría tenido que esperar para volver a la cima del fútbol.

Conclusiones

El cabezazo de Zidane a Materazzi no solo cambió la final del Mundial 2006, sino también la historia del fútbol. Si no hubiera sucedido, Francia podría haber ganado el torneo, el legado de Zidane habría sido más limpio y la victoria de Italia podría no haberse concretado. Un solo instante de descontrol alteró el destino de una final inolvidable.